Buscar este blog

18 jun 2010

Don Senito Aguirre y la Banda Musical de sus 12 hijos.


Autor Rafael Duque Naranjo


El investigador social Nelson Ortiz Osorio, notable profesor del Colegio General Santander y autor de obras de pedagogía, le dio en 1999 por escribir la “Historia Musical de Sevilla”, el único libro sobre nuestra música tutelar, Premio Jorge Isaac de la Secretaria de Cultura del Valle del Cauca y repertorio de convicciones populares que rescatan los principales protagonistas del ritmo, la melodía y la composición musical de la patria chica.


El folklore, esa voz inglesa creada por William Jhon Thoms en 1846 y ya generalizada en todo el mundo por su valor etimológico: Folk = Lo popular, Lore = Lo tradicional, nos está indicando que la obra de Ortiz Osorio ha investigado las fuentes de la creación musical sevillanista desde su fundación y a través de sus múltiples expresiones artísticas durante los últimos cien años.


Ortiz nos muestra que a partir del 3 de mayo de 1903, la plaza principal de la naciente Sevilla, fue el espacio de socialización de colonos y primeros pobladores donde comenzaron a celebrarse los primeros espectáculos públicos, fiestas de conmemoración, corridas de becerros, eventos políticos y mercado popular; indiscutiblemente el jolgorio, la música y la canción aparecieron no solamente para la diversión sino también para el acompañamiento de los actos religiosos. El 21 de Junio de 1908 – nos cuenta Antonio María Gómez en su Diario – durante la procesión de Jesús Nazareno más de mil personas, incluidas las dos únicas escuelas con sus 180 niños, desfilaron al compás de la música de “un tambor y sendas guitarras y tiples”.


Pero lo mejor de la obra de Ortiz Osorio es la historia de Don Senito Aguirre y la Banda de sus doce hijos llegados a Sevilla por allá en 1912, procedentes de Finlandia. Don Senito según Arturo Echeverri Carvajal en sus memorias autobiográficas era gordito, de unos sesenta años, más bien de baja estatura, era el único director y clarinete mayor de su pintoresca banda y llevaba la batuta con movimientos del dedo gordo del pié, claro porque iba descalzo como el noventa por ciento de la población de aquella época que aún no había adquirido el hábito de usar zapatos. Los instrumentos de viento de la banda estaban remendados con cera, cabuyas y alambre, y cuando hacía mucho sol no podían ejecutar porque al derretirse la cera se perdían las notas.


Senito Aguirre y la banda de sus hijos, desde su aparición en el pueblo, amenizó todos los acontecimientos de alguna importancia que se presentaron en la naciente aldea, tales como la llegada del agua el 12 de Noviembre 1912, a la plaza principal, hoy plaza de La Concordia, por unos canales de guadua que venían desde “Los Alpes”, la finca del fundador Heraclio Uribe Uribe. Los festejos fueron celebrados por los habitantes con pólvora y aguardiente tapetusa, pelapinga o de contrabando y música soplada por la banda de Senito Aguirre, el cual nadie menciona en las varias historias de Sevilla, a pesar de haber sido el primero en presentar al pueblo una banda organizada por él como director y clarinete mayor con sus doce muchachos.


Echeverri Carvajal nos cuenta que “durante las presentaciones de Senito todo el mundo estaba que no cabía de la dicha”. La banda musical de Senito y sus hijos fue el primer conjunto de banda de música soplada que llegó a Sevilla y que le costó a Echeverri una pela de su papá porque lo habían mandado al pueblo por unas velas y se quedó embelesado al pié de los músicos hasta cuando se acabó la función casi a la madrugada.

rafaelduquenaranjo@yahoo.es