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29 nov 2011

La Leyenda del Cacique Petecuy


El territorio vallecaucano que ocupa la ciudad de Cali, antes de la llegada de los conquistadores españoles, era el gran valle de los Lilíes y estaba dominado por el cacique Petecuy y su hija Nanine.
De los farallones descendían seis ríos, llamados Jamundí, Pance, Lilí, Meléndez, Cañaveralejo y Cali que desembocaban en el río madre llamado Caucayaco, nombre indígena del río Cauca que atraviesa la región de sur a norte.
Al sur vivían los indios Jamundíes y Pances; al oriente, los indios Malagana; al norte, habitaban los indios Yumbos; al occidente, en las estribaciones de los cerros, tenía asiento Petecuy, que, según la leyenda había ganado su cacicazgo en una carrera con innumerables y peligrosos obstáculos por entre bosques, desfiladeros, ríos y matojos que duró dos días con sus noches y que también le dio derecho a tomar por esposa una bella doncella de la mejor familia.
Según el profesor Miguel Camacho Perea, historiador y educador vallecaucano, autor de la obra “Geografía e Historia del Departamento del Valle del Cauca”, Petecuy “tenía como adornos más de cuatrocientos cueros humanos colgados en horcones, llenos de ceniza, cuya carne había sido su manjar favorito. Estas tribus se alimentaban también de carne humana, se comían a los enemigos vencidos, les sacaban la piel para mantenerla como trofeo y la disecaban con ceniza. Tenía entre ellos más mérito el que más gente hubiera matado”.
Aparte de haber librado muchas batallas contra los españoles; estas tribus “escaramuzaban”, es decir, jugaban a la guerra como hoy lo hacen los muchachos. Las “escaramuzas” eran luchas, verdaderos combates a muerte que se hacían en los días de fiesta. Se repartían en dos grupos armados, se tiraban como enemigos y pasaban toda una tarde en tremenda pelea de donde salían algunos muertos y otros mal heridos.
Todas estas tribus tenían un desarrollo importante en cerámica y orfebrería; pero no se sabe de la existencia de una tradición escrita. Algunas tribus se mantenían haciendo la guerra a las tribus vecinas; otras, eran pacíficas y hasta sibaritas, pues preferían vivir solazándose en las orillas del río Cauca, comiendo pescado ahumado que asaban en barbacoas, fumando tabaco y amando a las indias.
Relator: rafaelduquenaranjo@yahoo.es Sevilla (Valle) 22 de Noviembre de 2011.