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5 ago 2013

Rafael Duque, una historia para contar


Rafael Duque Naranjo nació en Sevilla, Valle,  el 27 de Enero de 1939. Inició el estudio de las primeras letras en el Instituto Junín de María Isaza. Rafael cuenta que la señorita María lo obligó hace setenta años a aprenderse de memoria la siguiente poesía: “Mariposa vagarosa, rica en tintes y en donaires, ¿qué haces tú de rosa en rosa, de qué vives en el aire? Yo de flores y de olores, de espumas  de la fuente y del sol resplandeciente que me viste de colores”.
También rememora que la profesora Isaza “me enseñó a leer y desde entonces no he dejado de hacerlo todos los días. Aún recuerdo las primeras palabras que pude deletrear: piano…peineta…pie...Elena tapa la tina…el enano bebe…Paco le coge la cola a la vaca. Los niños deletreábamos y leíamos en coro y en voz alta el contenido de la “Alegría de Leer”, la cartilla del bugueño Evangelista Quintana. Gracias a mi querida y noble maestra, la lectura para mí es un bálsamo, un alimento permanente de vida”.
En 1947 ingresa al Colegio  Heraclio Uribe Uribe del benemérito profesor Manuel Baquero González del cual era Director y propietario. Allí estudiaba la pequeña burguesía de la localidad.
Aris Vogel el famoso periodista director del Noticiero TV HOY fue compañero de Rafa en el citado Colegio. El papá de Aris llegó de Alemania a Sevilla huyéndole a la guerra desatada en Europa por Hitler y fundó la “Pastelería Alemana”, en la zona donde hoy está ubicada La Cooperativa de Caficultores”.
Por aquellas calendas las matronas sevillanas escuchaban por Radio Pacifico de Cali, las radionovelas cuya metrópoli de producción no era México ni Venezuela ni Colombia sino La Habana, Cuba. Una de las radionovelas más famosas fue "El Derecho de Nacer”, cuyo galán  Albertico Limonta  hacía llorar a todas las señoras. Para los jóvenes también había radionovelas infantiles.
La más famosa se llamó: “Chan Li Po”, una serie con aventuras detectivescas creada por el autor cubano Félix Benjamín Caignet, quien adaptó el personaje   estadounidense “Charlie Chan”. Una de las principales armas del personaje eran: “Pacieeencia, muuuchapacieeencia”, nacionalizado  con “flijoleneglodolmido y plátano maduloflito y chilindlón de chivo”.  
La más famosa se llamó: “Chan Li Po”, una serie con aventuras detectivescas creada por el autor cubano Félix Benjamín Caignet, quien adaptó el personaje   estadounidense “Charlie Chan”. Una de las principales armas del personaje eran: “Pacieeencia, muuuchapacieeencia”, nacionalizado  con “flijoleneglodolmido y plátano maduloflito y chilindlón de chivo”.  

Rafa escuchaba la novela todos los días en un radio de tubos que había en su casa, y la mayoría de sus amigos, los cuales en sus hogares no tenían radio para escucharla, recurrían a Rafael para que les contara la novela, y este la narraba y la recitaba con lujo de detalles, por lo cual lo bautizaron “Chan Li Po”. Tener radio era algo elitista. Rafael aún recuerda el “jingle”: “Chan Li Po vino de China, pero se queda en la Habana, Cuba,  con la boca purpurina de una muchacha que besó”.
El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán sucedió cuando Rafael aún estudiaba primaria en el Colegio Uribe Uribe.  “Todos se van para sus casas”, dijo el profesor Baquero a sus alumnos. Cuando Rafael iba para su casa en el Parque Uribe se encontró con un desfile de riguroso luto encabezado por el Doctor Moreno Ballén, los cuales protestaban en silencio por el alevoso crimen, de la misma manera que lo hizo Gaitán el 7 de Febrero de 1948 cuando convocó en Bogotá  a la “manifestación del silencio” a  más de cien mil personas llegadas de todos los rincones de la patria a protestar por todos los masacrados bajo el auspicio del régimen conservador de Mariano Ospina Pérez.  Moreno Ballén había sido el fundador de una Logia Masónica en Sevilla la cual tenía muchos adeptos e influencia en el municipio.
La Logia enterraba a sus muertos en el “Cementerio
Libre de Circasia”, Quindío, fundado por Don Braulio Botero Londoño, todo porque  la Iglesia Católica no consideraba dignos de reposar en sus cementerios a los masones,  gitanos, suicidas, ateos  y libre pensadores. Este campo santo único fue construido para que se les diera sepultura a las personas fallecidas sin importar su partido político, religión, estrato social, color de piel o cualquier otra característica particular. 
El Partido Conservador siempre apoyó a la Iglesia Católica y es así como el Senador Augusto Ramírez Moreno dijo: “¿Cómo es eso de entregar los cementerios al Estado, para que en fosa común vayan a reposar juntos los huesos de los santos y de los herejes?”. 
Como Rafael tenía que reclamar unas fotos en el Almacén Siglo XX de Belisario Hernández donde estaba él con un vestido de penitente al estilo del Kukuxklán que le había hecho  su mamá y con el cual participó  en la Semana Santa, no se demoró mucho en el desfile del silencio y salió corriendo para donde su tía Julia para mostrarle con orgullo las fotos, pero la Julia no le paró ni “cinco de bolas” porque  estaba muy asustada escuchando en un radio de tubos las noticias cuando los “liberales nueveabrileños” se tomaron la Radio Nacional  de Colombia y decían: “Todos los colombianos tenemos que vengar al doctor Jorge Eliécer y organizar las Juntas Revolucionarias para tomarnos el poder”.

En Sevilla los “revolucionarios nueveabrileños” no se tomaron la Alcaldía porque estaba en manos de liberales, pero  se apoderaron del Seminario de los Redentoristas.
― ¿Qué  hacemos con estos curas? ―gritó un revoltoso.
―Matemos estas aves negras― respondió otro.
― ¿Qué hacen ustedes?―gritó con tono autoritario don Lucho Bueno, el  Alcalde liberal de la localidad.
―Nada señor Alcalde
― ¿Nada? Entonces, quietos todos y suelten a los sacerdotes. La revolución no se hace matando gente para que cunda la anarquía ― dijo el Alcalde.

En 1951 Rafael entró al Colegio General Santander donde cursó primero y segundo de bachillerato. En esa época en Sevilla se vivía una cruda violencia contra los liberales y la mamá de Rafa para alejarlo de ese ambiente de pólvora, retiró a su hijo del Colegio y lo matrícula interno ―sin salidas― en el Instituto Salesiano San Juan Bosco de Tuluá.

¡De Guatemala a Guatepeor! Ya en Tuluá y sus alrededores mandaba León María Lozano, alias “El Cóndor”. Allí en ese ambiente Rafael aprendió la disciplina salesiana y al terminar el tercer año  fue el mejor alumno en conducta.
Unos estudiantes “revolucionarios” de Sevilla se iban a matricular en el Instituto Salesiano San Juan Bosco, entonces, la mamá de Rafa para evitar que su hijo se fuera a contaminar de tales ideas, lo matriculó interno en el Liceo de Bachillerato de la Universidad del Cauca donde se impregnó de la cultura payanesa, donde todo el mundo es Popayán, come pan “bazo” y empanadas de pipían.
Allí aprende a fumar cigarrillo en el salón social de los internos, vicio que aún no ha podido olvidar. ¡Otra vez de Guatemala a Guatepeor. De un colegio católico a un Liceo propiedad de una Universidad donde el pensamiento libre deambulaba por todos los rincones como un chubasco paramuno!
Un estudiante de Ingeniería de la Universidad del Cauca compañero de Rafael, hizo un poema llamado: “Canto de loa a Popayán”, por el cual  el Concejo Municipal mediante Acuerdo lo desterró de la ciudad.
El poema dice: “Oh Popayán, cual escondida oruga/ entre las hojas verdes de la higuera / pueblo infeliz como una madriguera/ a todos los hijueputas que subyuga / les dedico este poema. / Pueblo de leyendas y consejas / de placas y vetustos caserones/  donde lo “ponen” las chicas y las viejas/  y donde todos los maridos son cabrones. / Aquí hay la tradición vulgar, grosera/ de rendirle piadoso y fiel tributo / a los sucios calzoncillos de Mosquera/ y a la verga feroz del gran poeta puto. / La misma calle con la misma puta / la misma puta con la misma cara / y en el “morro” el alcalde como siempre/ ensartado en la “polla” de un cacorro./ Este pueblo quizás amañador/ pero ¡ah“jarto”! que se está volviendo / cuando no hay entierros o temblor/ están en procesión o está lloviendo./ Adiós pueblo infeliz, villorrio lata/ en llamarte ciudad metí la pata/ ¡Oh inmensa procesión de malparidos!”.

A Rafael lo trasladaron del internado a estudiante externo por difundir en hojas mimeografiadas el mencionado poema de alcantarilla a través de las hendijas en las puertas de las casas señoriales, lo cual causó conmoción en la pacata sociedad de la ciudad. Ahora externo se quedó sin donde dormir y unos amigos de Calcedonia, estudiantes externos del Liceo, le dieron posada y a partir de ese día no volvió a misa a la iglesia de Santo Domingo ni a desfilar en la Semana Santa, pues esas obligaciones eran para los estudiantes internos. Los esfuerzos de la mamá de éste muchacho  por darle una esmerada educación, al parecer no estaban dando los resultados esperados y la disciplina Salesiana se estaba evaporando como el agua  hirviendo en  un caldero.
―Mami, ya me aburrí de estudiar interno. Quiero estudiar en Sevilla ―dijo Rafael
―Mijo por Dios, en ese colegio no hay sino comunistas y ateos, pero aquí con la ayuda de su familia usted no torcerá el camino.
Y la madre de Rafael tenía sobrada razón. El izquierdismo, el existencialismo y el nadaísmo habían echado raíces en la villa de Heraclio y un hálito pecaminoso deambulaba por el pueblo. Aquel día  de Enero de 1962 el “Repórter Esso, “noticiero de Radio Caracol cuyo  slogan era, “el primero con las últimas”, dijo para toda Colombia: “Los comunistas de Sevilla quemaron el pesebre a los gritos de “Viva la Revolución” y “Viva el Partido Comunista”.
―Mami, el padre Víctor Buenaventura dijo en la misa que Rafael y los Comunistas  habían quemado el pesebre ―dijo la hermana de Rafael.
―Mami, eso no es cierto. A usted le consta que todo el día he estado en la casa y que cuando sonó la sirena por la noche anunciando el incendio, yo ya estaba acostado; además, esos procedimientos anarquistas no van conmigo. Yo no soy seguidor de Bakunin, pues debe ser la razón la que alumbre nuestro camino―dijo Rafael.

Cuando Rafa entró al Café Vesubio los asistentes empezaron a gritarle canalla, maldito  incendiario. Y se abalanzaron sobre el con la intención de colgarlo de un palo en el Parque de la Concordia, por lo cual salió corriendo y un amigo lo guareció en una bodega de café.
Rafa terminó su bachillerato en el Colegio General Santander y en 1958 ingresa a la Universidad Externado de Colombia a estudiar Derecho, donde recibió la influencia de catedráticos como Ricardo Hinestrosa Daza, rector fundador. Arturo Valencia Zea, Gonzalo Vargas Rubiano y Darío Echandía quien fue presidente de Colombia y autor de frases célebres con fina ironía: “¿El poder para qué?. Es una cosa vergonzosa que todavía haya que nombrar aquí los jueces por filiación política, por paridad. Pero no se puede evitar. Esto no es Dinamarca sino Cundinamarca”. Allí en aquel ambiente, Rafael se inició en el Socialismo  con lecturas como: “El Capital” de Carlos Marx. “El Estado y la Revolución” de Lenin; y varias obras de Trotsky y Engels.
Una novia sevillana, lo hizo retirar del Externado y se lo llevó para donde el Doctor Gerardo Molina, Rector de la Universidad Libre.
―Doctor Molina, este muchacho es de Sevilla, Valle, y es izquierdista. Necesita estudiar en la Facultad de Derecho.
―No por ser izquierdista lo voy a matricular. Lo matriculo porque trae buenas calificaciones del Externado. Lo recibo para segundo año. 

En esta Universidad participó en su vida académica, en cuanta asamblea estudiantil se programaba, en mítines y marchas. Sus consignas preferidas eran: “Ahí están, esos son, los que engañan la nación”; “Un pueblo unido, jamás será vencido”. La canción que lo dejó sin voz de tanto cantar en la carrera séptima fue: “Que la tortilla se vuelva”, tema musical de la guerra civil española que popularizó el grupo chileno Quilapayún con la voz de Víctor Jara: “La hierba de los caminos / la pisan los caminantes / y a la mujer del obrero / la pisan cuatro tunantes / de esos que tienen dinero. Qué culpa tiene el tomate / que está tranquilo en la mata / y viene un hijo de puta / y lo mete en una lata / y lo manda pa’ Caracas. / Los señores de la mina / han comprado una romana / para pesar el dinero / que toditas las semanas / le roban al pobre obrero. / Cuándo querrá el Dios del cielo / que la tortilla se vuelva / que los pobres coman pan / y los ricos mierda, mierda”.
Otra canción que también vibró en su pecho fue el “Paso del Ebro”, también conocida como el “Ejército del Ebro” o “Ay, Raquela”,  canción anarquista de la revolución española compuesta originalmente en 1808 contra la invasión Francesa y actualizada por los soldados republicanos en la guerra civil española.
Luego Rafa entra al Teatro Estudiantil de la Universidad Libre “TEUL” y hace el personaje principal de la obra “Alguien muere cuando nace el alba” del escritor Jairo Aníbal Niño, dirigida por Víctor Muñoz Valencia  y presentada en el Teatro Colón.  Víctor es uno de los más destacados directores de radioteatro que haya pasado por la Radiodifusora Nacional de Colombia, padre espiritual de muchos teatreros. También participó como actor en la obra “Golpe de estado” de Jairo Aníbal Niño.

De ahí para delante, Rafa, empezó a vivir de los “bolos”, que consistía en servir de “extra” en las telenovelas en la Televisora Nacional, cuando éstas se emitían en vivo. También fue presentador en Caracol de la “Simpática Escuelita que dirige  Doña Rita” con Sofía Morales, Efraín Jiménez y otros, donde se conocieron los personajes como Doña Rita, El Bobo de la Bobada Grande, Sevelinda Parada, Pepa Pipo y Don Nacianceno (el bueno), son algunos de los nombres que desde entonces quedaron consignados en la memoria de muchos fanáticos de la radio colombiana de aquellos tiempos. También fue asesor tributario. Tantos trabajos tuvo que le gustó más la plata que continuar estudiando, y no terminó sus estudios de derecho y de contera el teatro sacó a Rafael de la vida de militante político.
―Usted no es camarada, usted se comporta como un burgués ― le  dijo Jaime Caicedo, director de la Juventud Comunista,  quien más tarde sería el Secretario Ejecutivo del Partido Comunista.
―Hermano le contesto con unas frases de Gonzalo Arango, y pare de joder:
“Yo no hice el mundo ni trato de reformarlo. Me conformaría a  lo sumo con poder destruirlo. Precisamente por eso  nos abominan los comunistas: porque nos sindican de encarnar el derrotismo de la burguesía y un nihilismo apestoso de la peor alcurnia intelectual. Es probable que tengan razón. Para mí la revolución obrera significa tanto como el estallido del Alka-seltzer en mi vaso de soda. Se me acusa de ser un burgués por irme a beber whisky a un salón burgués. Quiero aclarar que  yo no soy proletario. No se es proletario por carecer de dinero ―mi caso―pero tampoco se es burgués por tenerlo. Lo burgués en mi concepto es una condición del espíritu. En este sentido soy un burgués”
―Rafa usted se está volviendo reaccionario y ya no comprende la realidad
―Vuelvo y le respondo con palabras de Gonzalo: “Desde mi nueva visión de la realidad, casi todo lo que existe es ridículo. No puedo entender que un hombre sea conservador, liberal, comunista, católico, caballero del Santo Sepulcro. Todo lo que estamos tragando es pura mierda maxfactorizada y marxfactorizada. Y no hay salvación en ningún bando aunque te coronen de dinero, de poder, de gloria. Es tu corona de espinas, tu calvario sin redención”.
Rafael fue contador de Víctor Vargas Abril, casanareño con más de 50.000 reses desperdigadas en  sus diecisiete hatos del llano. Una vez  Kiko Botero, quien fue el rico propietario de la hacienda La Guaira en Sevilla, Valle, donde pastaban mil cabezas de ganado, vendió la finca y se fue a “fundarse” en el llano y sabaneando los atajos de la llanura se encontró con Vargas Abril y con Rafa.
―Don Víctor ¿cómo  consigo plata? ―preguntó Rafael
―Mire Rafa, ahorre plata para que haga una “fundación”. Siga el ejemplo de “Kikito” que aunque es un hombre  pobre, con sus ahorros ya tiene un hatico donde  pastan unos mautes, unas vacas y unos toros para iniciar una ganadería.
―Pero don Víctor, ¿cómo qué pobre?, sí don Kiko ya tiene finca y ochocientas reses―dijo Rafa
―En el llano para ser ganadero hay que pasar de las cinco mil reses – contestó Víctor Vargas. Don Kiko que en Sevilla era uno de los hombres más ricos enrojeció sus mejillas por el comentario, pues se dio cuenta que para don Víctor él era pobre todavía.
Rafa alternaba su trabajo en la ganadería como redactor económico de El Tiempo y un día habló con Germán Castro Caicedo quien era periodista investigador del mismo periódico.
―Germán, tengo el expediente de la masacre de “La Rubiera”.
―Dios mío, es la “chiva” del año. ¿De dónde sacó esa “guaca” judicial?
―Un Juez de Villavicencio me lo prestó.
― ¿Y qué “perlas” hay?
―Hay tantas “perlas” que podemos hacer un collar. Uno de los asesinos dijo: “Yo no sabía que era malo matar indios” ―y lo más grave, agrega Rafael― el señor Juez de la causa liberó a  esos bandidos argumentando: “Ignorancia invencible”.
Gracias a la publicación de esta noticia de Germán Castro Caicedo, el país conoció con horror cómo  en el hato “La Rubiera”, en Arauca, los colonos blancos asesinaron a dieciséis indígenas Cuibas después de invitarlos a un almuerzo para apoderarse de sus tierras. Este hecho fue conocido como el “Banquete de la muerte”.

En el llano “cuibiar” y “guajibiar”, significaba matar indios Cuibas y Guahibos, incluso es considerado normal, como matar tigres, porque “el tigre también se come al ganado”.

Según declaraciones dadas a un diario por Carlos Gutiérrez Torres, ex juez de Villavicencio que inició la investigación por la masacre de La Rubiera, “el crimen se debió, no a la perversión de los victimarios, sino a la ignorancia de estos y al temor de ser blanco de la furia indígena. Según Gutiérrez Torres, la espontaneidad con la cual los asesinos iban contando, uno a uno, el crimen que habían cometido, lo llevó a concluir que no se trataba de delincuentes natos, peligrosos o perversos, porque el que no tiene compasión realiza el delito y busca la manera de evadir la justicia negando los hechos, buscando coartadas y, en fin, haciendo todo lo posible para que el crimen quede impune”.
Rafael en el desarrollo de sus funciones como contador se paseaba por los mejores lugares de Villavicencio y llano adentro, disfrutaba del vuelo de  las garzas corocoras y en el “parrando” llanero bailaba el joropo al compas del arpa, el cuatro y las maracas. No faltaba la ternera a la llanera y su plato preferido era el “entreverado”. En ese ambiente acompañaba a sus amigos al Club Meta a  los mejores banquetes en asocio de comerciantes y terratenientes. 

En Villavicencio Rafa se había “levantado”  como novia a Marta Cabrera en franca disputa amorosa con Alberto Baquero Mariño una de las figuras más promisorias del llano. La chica era de la alta sociedad llanera, y una noche cuando la luna llena con su luz bañaba la sabana, con sus amigos ganaderos de  farra resolvió llevarle una serenata  a la casa, la cual quedaba arriba de la Alcaldía. La canción con que se abrió el homenaje fue: “Una casa en el aire” del compositor Rafael Escalona: “Voy hacerte una casa en el aire / solamente pa´que vivas tú. / Después le pongo un letrero bien grande / con nubes blancas que diga "Adaluz”...  El suegro que no quería mucho a su futuro yerno dijo: “Una casa en el aire. ¡Que  carajadas! ¡Ni que fuera arquitecto espacial!
José Vicente Kataraín, editor propietario de la “Editorial Oveja Negra” le publicó el libro “Los Escarabajos de la Vuelta a Colombia” que versa sobre los ruteros del ciclismo en las vueltas a Colombia. En la segunda vuelta a Colombia realizada en 1952 el campeón fue el ciclista Francés  José Beyaert y el cuarto lugar lo ocupó el novato sevillano  Ernesto la  “Pulga” Gallego. Rafael narra en su libro: “el arquitecto Iván Posada  cuenta que cuando la “Pulga” Gallego de Sevilla, Valle,  ponderaba en un discurso sus condiciones de buen trepador, los hinchas del poblado gritaban "Viva la loma” y cuando dijo en el auditorio que él era muy malo para el plan, la gente exclamó: Muera el plan”. También en su libro hace una evocación familiar: “En Sevilla, meta obligada de las primeras etapas, mi padre Lisandro Duque Ossa, próspero comerciante de la región, siempre utilizó para movilizarse por esas calles destapadas de Dios, su brillante bicicleta “Raleigh” negra. Todavía lo recuerdo con su traje oscuro, de corbata y saco, montando en la parrilla a mi hermano Fernando  y en la barra al pequeño Lisandro”.

El  Ministerio de la Cultura editó el libro “Cuéntanos”, donde aparece la “Historia de Sevilla, Valle” escrita por Rafael Duque con el título: “Aquí vivían los Burilas y los españoles les quemaron todo”. En el mencionado libro aparece una reseña de Rafael: “Periodista, escritor, y gestor cultural con un amplio recorrido por los medios nacionales de telecomunicación. Actualmente vive en Sevilla y es columnista del semanario virtual El Ciudadano y  además ejerce el periodismo en los medios sevillanos como la Emisora Comunitaria Juventud Estéreo, Canal Local Vivavisión y periódico virtual Sevilla Noticias”.

 Por Gustavo Noreña Jiménez
Ilustraciones: Rafael Duque Naranjo.