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8 ene 2011

El Tiempo, precursor de la vuelta a Colombia en bicicleta


Autor Rafael Duque Naranjo
El “Zipa” Efraín Forero, ganador de la Primera Vuelta.
A las 8 de la mañana del viernes 5 de enero de 1951 se inició en Bogotá la primera etapa de la Primera Vuelta a Colombia en Bicicleta. Desde las puertas del periódico EL TIEMPO, patrocinador del evento, partieron 34 pedalistas, todos colombianos, algunos en simples bicicletas de turismo, a cumplir un recorrido de 1157 kilómetros, divididos en 10 etapas patrocinadas por firmas comerciales como Avianca, Bavaria, Avisos Zeón y Flota Mercante Gran Colombiana.
Ese día el matutino liberal de la Avenida Jiménez con Carrera Séptima informaba que su edición era publicada “bajo censura oficial”, impuesta nadie menos que por Laureano Gómez, el presidente más conservador del medio siglo pasado, quien se encontraba enfermo y había nombrado a Roberto Urdaneta Arbeláez como primer designado en funciones presidenciales.
Las noticias de primera página del diario fueron, naturalmente, la Vuelta a Colombia; un crimen cometido por dos sargentos y varios soldados contra una familia campesina en Maní (Casanare); el avance de las tropas comunistas coreanas hacia el paralelo 38 y cosa simpática en medio de la violencia de la época, el paseo del ministro de gobierno, Domingo Sarasty, experto cazador, en una cacería de tigres en San Martín (Meta).
La Vuelta a Colombia, colocada en el puesto central del cuadro del deporte nacional, debe su origen a una idea del periodista Pablo Camacho Montoya, respaldado por el periódico EL TIEMPO, cuyo jefe de redacción era entonces Don Enrique Santos Castillo, promotor del ciclismo y primer presidente de la Asociación Colombiana de Ciclismo. Don Enrique, ya fallecido, es el papá del actual presidente de la república, Juan Manuel Santos.
Don Enrique Santos Castillo
Para los comienzos de los años cincuentas, el noventa por ciento de las carreteras nacionales eran destapadas, sin pavimento, casi caminos de herradura que en invierno se convertían en lecho de quebradas ocasionales y en verano colchones de arena y polvo; luego venían las grandes alturas como Letras, Caramanta, La Línea, Minas, Pescadero, San Miguel, Guantiva y El Trigo, alturas más arriba de las nubes que dominaban nuestros escarabajos.

El “Zipa” Efraín Forero por las carreteras de la época, caminos de herradura, en pleno invierno.