Autor Rafael Duque Naranjo
El asesinato del líder social y jefe del partido liberal Jorge Eliécer Gaitán, ocurrido en Bogotá, aquel viernes nueve de abril de 1948, recrudeció la ola de violencia que se había originado dos años antes a raíz de la llegada al poder del doctor Mariano Ospina Pérez, candidato del minoritario partido conservador que logró la presidencia de la república en 1946 gracias a que el partido liberal se presentó dividido a las elecciones con dos candidatos: Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán. El país se convulsionó y se inició en Colombia la terrible época de la violencia partidista.
Por esa época se encontraban en Bogotá todos los cancilleres de los países americanos celebrando la Conferencia Panamericana cuyo resultado fue la creación de la OEA (Organización de Estados Americanos), de la cual fue primer secretario el colombiano Alberto Lleras Camargo.
A la 1.05 de la tarde, en plena carrera 7ª con Avenida Jiménez de la capital de la república, al salir de su oficina, fue asesinado el doctor Jorge Eliecer Gaitán por Juan Roa Sierra, un oscuro homicida que se refugió en la Droguería Granada de donde fue sacado y muerto a garrotazos por la turba enardecida.
Igualmente los rebeldes incendiaron entre varias edificaciones emblemáticas, el Palacio de Justicia, la Gobernación de Cundinamarca y el periódico “El Siglo” de Laureano Gómez, quien resultó favorecido políticamente con la muerte de Gaitán al ser elegido presidente de la república un año después, en noviembre de 1949 en unas elecciones sin contendor pues muerto Gaitán, el candidato único del liberalismo fue reemplazado por Darío Echandía, un político sin méritos que renunció a la candidatura con una frase que haría carrera en la historia de la política colombiana: “ El poder para qué”.
Laureano Gómez asumió la presidencia en 1950 e instituyó políticas de derecha en medio de una violencia creciente; redujo las libertades civiles, sindicales y de prensa; utilizó medidas autoritarias e implementó un esquema de represión contra los liberales y los comunistas, a la vez que aisló a las voces disidentes dentro de su propio partido al promover una línea ortodoxa conservadora. En 1951 sufrió un ataque cardíaco y el directo control del gobierno lo asumió su ministro delegatario Roberto Urdaneta Arbeláez.
A pesar de su delicado estado de salud, Gómez y su hijo Álvaro ejercieron mucha influencia sobre el gobierno de Urdaneta.
Igualmente, Laureano había proclamado a los cuatro vientos que “los liberales eran portadores de un millón ochocientos mil cédulas falsas” y siendo ya mandatario, ejecutó la expedición de nuevas cédulas y se hizo asignar la cédula número 1 , tal como aparece en la foto.
En 1951 sufrió un ataque cardiaco y el directo control del gobierno lo asumió su ministro delegatario Roberto Urdaneta Arbelaez. A pesar de su delicado estado de salud, Gómez y su hijo Álvaro ejercieron mucha influencia sobre el gobierno de Urdaneta.
Ese nueve de abril en Sevilla se vivió una relativa calma, el jefe liberal Luis Aurelio Bueno, “Lucho” Bueno, era el alcalde de los sevillanos y los niños de entonces nos tocó verlo montado en un caballo colorado cabalgando y controlando las solitarias calles del pueblo. Los jefes del partido conservador eran Carlos Arcila Ceballos y Serafín Aránzazu, dos ciudadanos que militaban en el “laureanismo”, grupo político del jefe nacional del partido conservador Laureano Gómez.
Nicolás Borrero Olano, gobernador del Valle del Cauca en 1949, oficializó la policía privada y las bandas de “pájaros” mediante dotación oficial e impuso la neutralización del ejército en lugares donde actuara. Este acto administrativo del gobernador constituyó la conservatización de la policía y el control del departamento, lo cual agravó las crisis en las poblaciones liberales del norte del Valle como Sevilla, por la presencia de los “pájaros” acolitados por la policía, cometiendo robos, incendios, muertes y retención de cédulas electorales a los liberales. La “pajaramenta”, verdaderos asociados del crimen, tenían una estructura empresarial, cuyos beneficios iban a quedar en manos de sus patrones y de ellos mismos.
De otra parte, para contrarrestar la acción de los “pájaros” conservadores, los dirigentes liberales formaron cuadrillas liberales con sus trabajadores, las que fueron recibiendo el apoyo financiero de finqueros y hacendados con el fin de que los protegieran de los “pájaros”. Esos primeros grupos de autodefensas, reforzados por combatientes de las guerrillas liberales del Tolima y de los llanos Orientales aportaron su experiencia y la logística en la lucha campesina. Todo esto fue propiciando el nacimiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC Y del Ejercito de Liberación Nacional, ELN.