La historia del municipio de Sevilla, en el
nororiente del departamento del Valle del Cauca Colombia, un emporio de vida
creada, arranca desde la tribu de los Burilas, sus anteriores pobladores, y
según las crónicas de la época, la última población indígena al Norte del Valle
en las barrancas del río Bugalagrande.
Sevilla está situada a 4 grados 16 minutos de
latitud Norte y 75 grados 57 minutos de longitud Oeste de Greenwich. Por
razones geográficas y culturales, su territorio pertenece a la región del
Quindío; aunque administrativa y políticamente, corresponde al departamento del
Valle del Cauca; su cabecera municipal está a 1627 metros sobre el nivel del mar
y su clima es templado (20º. centígrados).
José Cardona Hoyos, prologuista de la primer
monografía de Sevilla, escrita por José Dolores Muñoz y Ricardo Esponda,
advierte que “los sevillanos somos muy amantes de nuestro terruño y muy inclinados
por ello a platicar sobre él, en rudo lenguaje o en idioma luminoso, con más
tendencia a la cálida loanza que al examen sereno de sus orígenes, su rumbo y
su probable destino”. En vista de lo anterior, no entraré para contar
la historia de mi pueblo, ni con el “rudo lenguaje” ni con “la cálida loanza”
de mis paisanos, mejor comenzaremos por sus orígenes.
Los primeros habitantes de estas tierras de
Sevilla y Caicedonia pertenecían a la tribu Burila, descendían de los Pijaos y
llevaban el nombre de Burila o “bulira” porque era la denominación que se le
daba a la sal y a la existencia de una fuente salada en la vereda de Cumbarco.
Durante la conquista española, estas tribus fueron exterminadas por la ambición
sangrienta de los conquistadores españoles que buscaban el oro.
Hacia 1541, subordinados del Mariscal Jorge
Robledo, fueron los primeros en arribar a estas tierras. El Capitán Miguel
Muñoz pasó por aquí con su gente; venía procedente de la recién fundada ciudad
de Cali y alcanzó a llegar hasta un río al norte de estas tierras donde
encontraron según Fray Pedro Simón en sus Noticias Historiales “una vieja de
más de cien años tan adornada de oro fino que parecía querer suplir con la
hermosura de aquel metal lo que sus años le habían quitado”, desde entonces
aquel río se viene llamando río “La Vieja”.
En 1603, incursionó en la región el Capitán
Bocanegra, un experto conquistador que reclutó cien hombres en Popayán, Cali,
Buga y Cartago; y desde el río La Paila y con el Capitán Diego de Medina las
emprendió contra los Burilas, antiguos habitantes de Sevilla y Caicedonia.
El historiador Tulio Enrique Tascón nos
cuenta que Bocanegra y Medina “quemaron todas las rancherías de los Burilas,
cortándoles todos sus árboles, plátanos, frutas, palos de bija, arrancándoles
todas las comidas, raíces y legumbres, sin dejarles ningún género de mantenimiento”.
Por: Rafael Duque Naranjo
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