Autor Rafael Duque Naranjo
A partir de ahora mismo, martes 2 de noviembre de 2010, comienza en California, estado de los Estados Unidos de Norteamérica, la lucha por la legalización no solamente de la marihuana sino también de la producción, venta y consumo de la coca y el opio.
El referendo legalizador de la marihuana en California aspira a que todo ciudadano pueda portar 28 gramos de la yerba y cultivar dos metros cuadrados en el patio de su casa. Además, el régimen fiscal del estado californiano se fortalecería notablemente con un ingreso aproximado de 1.2 billones de dólares al año.
En Colombia, el presidente Juan Manuel Santos, un liberal a secas, de centro y progresista, pilló la vuelta gringa y señaló abiertamente en todos los medios de comunicación el siguiente razonamiento:
“Cómo le digo yo a un campesino de mi país que en el estado de California es libre la producción y el negocio de la marihuana mientras que en Colombia yo tengo que meterlo a la cárcel si él hace lo mismo que cualquier californiano que cultiva la yerba?”
Santos como cualquier universitario del siglo pasado también fumó marihuana y entiende a cabalidad la problemática de la droga y nos está indicando que su lema de la “Prosperidad Democrática” incide más en las ventajas económicas que el estado colombiano le pueda sacar al cultivo y la libertad de comerciar con éste tipo de plantaciones que como el tabaco deben ser libres de cultivar en la misma forma que los gringos lo están haciendo como aparece en la foto.
Ahora bien, a propósito del Artículo 375 del Código Penal expedido por la Ley 599 del 2000 que parece chistoso cuando a la letra dice: “El que sin permiso de la autoridad competente cultive, conserve o financie plantaciones de marihuana o coca incurrirá en prisión de 6 a 12 años” o sea, a “contrario sensu” que el que cuente con el permiso de la autoridad sí puede cultivar marihuana o coca.
El espíritu de la ley en este artículo nos está indicando que la autoridad puede expedir permisos para plantar marihuana o coca y viéndolo bien es lo que ha venido haciendo de hecho o tolerando u obligando a que soldados y policías del mismo pueblo se maten con campesinos y guerrilleros colombianos cultivadores durante los terribles ocho años de la procaz administración de Álvaro Uribe Vélez un ruanetas paisa montañero, inculto y desvergonzado.